Edu: Todo aquel
que tiene oportunidad de seguir el fútbol mundial, probablemente habrá podido
observar algo recurrente en la actualidad y que parece marcar una identidad:
muchos equipos, sin distinción de escuela o nacionalidad, parecen haber
descubierto las ventajas del juego de ataque. Y no sólo los grandes - la Real
Sociedad, nombrada algunas veces aquí, parece un claro ejemplo de eso.
Carles: Sin lugar a
duda, los donostiarras han hecho su elección. Quizá por ello, les meten tantos
goles en los últimos minutos. Sin embargo ayer, contra el Real Madrid (3 a 3),
fue justo el contrario.
Edu: Esa es la
idea: no darle tanta importancia a la defensa.
Carles:
Históricamente, el fútbol es cíclico, y seguro que esa es la nova tendencia,
caiga quien caiga. Adiós a Gatuso, adiós a Albelda.
Edu: No sé si fue
el Barça que estimuló esa tendencia, pero seguramente, alguna influencia tuvo.
Los ingleses están jugando de esa forma, hasta el Chelsea mejoró su juego
cuando se soltó. Y ni hablemos de los alemanes…
Carles: Pero sin que
sea a lo loco. En el post sobre la final de la Champions, hablábamos sobre la fuerte presión que algunos equipos
ejercen sobre la salida de balón contraria, algo que el Barça de Guardiola
realizó como nadie. Un acierto que Pep trasladó desde el baloncesto, y que
consiste en defender por zona, desde otras partes el campo, y sobre todo, y eso
es lo importante, con una gran circulación entre los efectivos, cubriendo
parcelas más reducidas y de forma coordinada, pero muuuuuuy coordinada.
Mecanizar esos movimientos supone un faenón tremendo, entrenamientos
exhaustivos, a los que no todos los entrenadores están dispuestos.
Edu: Guardiola y
Barça, Klopp y Dortmund y hasta el propio Bayern son ejemplos del 'riesgo
sofisticado'. El riesgo muy bien estudiado, asumido. Pero hacerlo 'a lo loco'
también puede llegar a ser interesante. Como parece hacer la Real Sociedad. El
juego adquiere una estética propia, vanguardista. Quien podría imaginar, hace
algunos años, el empate a 5 goles entre United e West Bromwich, mismo
considerando la escasa importancia de ese partido para la clasificación?
Carles: Bueno, ese
partido concretamente, decidía muy poco. Recuerdo como la República Checa
durante un partido por la Eurocopa 2004 de Portugal acabó literalmente sin
defensas en campo, jugando alocadamente y olvidándose de defender. Un único
equipo asumió todos los riesgos, un riesgo no calculado. El partido fue
vibrante, una completa locura. El juego mezquino, la trampa de una única jugada
tiene los días contados. Renunciar a los mediocentros rocosos, aprender a hacer
fútbol desde zonas tradicionalmente reservadas a destruir, requiere valor, pero
casi seguro que marcará el futuro. El Valencia, por ejemplo, un club
históricamente defensivo, habitualmente más luchador que talentoso, disputa
justamente con la Real Sociedad la última plaza para la próxima Champions. Su
actual entrenador, Txingurri Valverde, cuyo nivel intelectual está por encima
de la media, optó en el partido de este fin de semana, por alinear 'jugones' en
el medio centro. Ganó y dio un paso importante para conseguir la plaza.
Edu: Se pueden
encontrar varios ejemplos que
justifiquen una y cada una de las opciones. La mayor ventaja de lo anárquico es
la ausencia de la rutina, del aburrimiento y evitará que falte frenesí, ese
ingrediente explosivo. Si es planificado, mucho mejor. Pero, fríamente, no soy
capaz de ver el ocaso de los Guatusos, Dunas o Albeldase, mientras existan
entrenadores que ganen títulos o eviten descender apostando por la mezquindad.
Carlos Alberto Parreira aplicó la doctrina de 'cero errores' en la selección
brasileña que disputó el mundial de 1994. Hizo lo que todos vimos y volvió con
la copa debajo del brazo. Para los brasileños, es un ejemplo clásico, sin
embargo, la cuatro veces campeona mundial Italia sigue siendo el modelo
universal más contundente.
Carles: ¡¡¡¡Cero
errores!!!!! Parece parte de la doctrina productiva anglosajona que, tengo
esperanzas, se encentre decadente, como parte de una realidad mucho más abierta
a las intuiciones. Producto de nuevos tiempos, de generaciones venideras, que
no leen manual de instrucciones pero son capaces de hacer funcionar cualquier
aparato. E bien. El modelo de jugador fijo, sin movilidad, con funciones y
zonas de actuación limitadas no responde a esa nueva funcionalidad. Per hay otro
aspecto que favorece todavía más, si cabe, a ese aparente desorden: la voz
cantante. Los mentores están obligados a ofrecer más que resultados, el público
exige poder divertirse, sobre todo. Se necesita una cantidad cada vez mayor de
público pagante, ya no son suficientes los aficionados que se deprimen o se
emocionan con el resultado de su equipo.
Edu: Pensándolo
mejor, me gusta que sigan existiendo las opciones mezquinas, que permiten ese
diálogo entre lo obsoleto y lo moderno que, de cierta forma, retroalimenta el
fútbol. Resulta especialmente agradable ver esquemas tácticos rígidos siendo
desmontados por un “equipo callejero”. Para ser sincero, mi deseo es que
sobrevivan los Mourinhos, los Parreiras y el ‘calcio’ tradicional. Como el
contrapunto ideal para aquello que creemos y defendemos.
Carles: Es posible,
pero también es verdad que después de un partido en que uno de los equipos ha
logrado divertir pero ha sido el otro, el de fútbol mezquino, que ha ganado,
yo, al menos, acabo sintiendo una cierta frustración. Y multiplica esa
sensación de injusticia que ya está casi normalizada.
Edu: Es una de
las leyes de compensación que componen el código de ese juego. Como en el caso
de una partida decisiva que acaba resuelta por el fallo del portero o por una
tontería del árbitro. Injusticias como en la vida misma. Como gente que sigue
empeñada en defender puntos de vista en que no crees. Pero cuando la diversión
se antepone al resto, la victoria es doble – por tu propia satisfacción y por
la frustración del contrario.
Carles: Pues viva la
anarquía. Y la inteligencia.
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